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A la gente le urge tener una personalidad propia, sin la cual nadie te respeta, razón por la que normalmente se quedan con la primera que pasa. Si luego no cae bien, les aprieta el cuello, quedan cortas las mangas o hace arrugas en la cintura, para eso están los psicólogos, para tirar de aquí y allá y ajustarla. Lo cual es sólo el primer paso para, una vez amasada y consolidada dicha personalidad, y mediante un proceso de pulimentado y barnizado, llegar a tener una identidad individual al tiempo que colectiva, no sólo bien visible, sino a poder ser resplandeciente. Esto también es un requisito indispensable para las empresas, los partidos políticos, los equipos de fútbol, los escritores y en general para todos los profesionales del espectáculo, líderes políticos incluidos, ya que sin una base sólida de identidad personal es imposible cincelar un estilo igualmente propio. Que es donde está el gran secreto, el cogollo del meollo. Hace algún tiempo, hasta los fabricantes de automóviles, blusas o zapatillas deportivas, así como los canales de televisión y dirigentes políticos, se jactaban de tener una filosofía propia, nuestra filosofía esto nuestra filosofía lo otro, pero ahora todas estas monsergas de la filosofía, la personalidad y la identidad, son meras etapas para alcanzar un estilo definido y reconocible, la gran aspiración de artistas, políticos, comerciantes, influencers y esos youtubers con millares o millones de seguidores.

Además de los escritores, desde luego, que son más o menos los inventores del concepto a fuerza de manosearlo sin parar. Mi estilo, mi estilo, insistían. Es decir, su manera. De ahí que haya tantos escritores que tienen estilo, pero nada más. Hasta aquí hemos llegado. Y cineastas, siempre envidiosos de los literatos y ofuscados por el estilo. Oyes estilista y no se sabe si hablamos de asesores de imagen, peluqueros, novelistas o modistos. Yo la verdad es que nunca he sabido qué es eso del estilo porque cualquier cosa lo es de alguna manera y hasta las ratas tienen su estilo. Qué mérito hay ahí. Pero claro, tampoco entiendo la identidad y la personalidad propias y sin eso no hay estilo que valga. No puedes ni jugar al fútbol.