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La pregunta salta rápida: ¿Corre peligro la libertad? Según y cómo. En política, populistas y oportunistas ponen en riesgo los principios escriturales del Estado constitucional. La sociedad post COVID-19 busca un camino que no encuentra. Es necesario asumir que la seguridad absoluta no exista ni existirá porque el riesgo deriva de la frágil condición humana por mucho que se enfaden quienes exigen todos los derechos y rehúyen todas las obligaciones. Hay que estar alerta frente a un autoritarismo de apariencia soft, pero no por ello menos agresivo.

La libertad bajo el imperio de la ley es la única forma civilizada de convivencia. Más aún la mejor historia se escribe desde el punto de vista de la dignidad de la persona. Como pedía Ortega, hace ya más de un siglo, es tiempo para navegar por el ‘alta mar’ de la Historia, sin buscar refugio en el puerto seguro de la erudición estéril y la repetición de lugares comunes. La cita más hermosa, bien conocida a cargo de Don Quijote, el más universal de los españoles: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos…» Según las trayectorias de una idea tan principal por los vericuetos y encrucijadas del pensamiento, el arte y la literatura es tarea apasionante que promete grandes satisfacciones (intelectuales y morales) a quien la practica con recta intención.

Una vez más, pero aún con mayor urgencia, ciencia y tecnología nos obligan a soltar el lastre de los viejos hábitos de razonamiento. Bienvenido sea el desafío en el ámbito ético, político y jurídico. Habrá que estar a la altura de la libertad y sus trayectorias históricas. Acaso el futuro nos depare una suerte mejor.